Por Jaime Serra (Perú), Productor de eventos
Desde hace unos 10 años, algunas empresas viene utilizando el viejo y conocido juego del bingo, como una estrategia para promover marcas, productos, servicios, locales e incluso partidos políticos para atraer potenciales votantes a sus mitines.
Nacido en los años 30 (en plena depresión) el juego llamado originalmente «been-go» que hacia referencia al uso de fríjoles (been) para marcar los cartones y la alegría de indicarle al conductor del juego que, habiendo acertado con los números necesarios para ganar el premio, un participante se dirigía (go) a la mesa de quien lo dirigía para que ya no se sigan cantado mas bolos, se organizaban en las parroquias e iglesias católicas en los Estados Unidos de América para recaudar y fondos y que se popularizó rápidamente por el resto del mundo.
En el Perú, en los grandes colegio católicos, los generalmente promovidos por congregaciones religiosas, es una tradición que se repite año a año, los grandes bingos pro fondos, eventos que pueden congregar hasta 5 mil personas durante toda una tarde, jugando amenas partidas de bingo, mientras que se le ofrecen al publico, viandas bebidas y se intercalan los juegos de bingo con presentaciones artísticas de cantantes y bandas de fama nacional e incluso internacional. Por ejemplo, es famoso el bingo que anualmente el colegio Villa María de La Planicie, que llega a contratar artistas extranjeros para sus «estelares».
Otra experiencia interesante fue el bingo con el que la SUNAT (Superintendencia Nacional de Administración Tributaria) celebró su aniversario con la asistencia de sus 5000 trabajadores de Lima y Callao.
Unas de las características principales del bingo es que un juego sencillo y emocionante, una actividad que pueden entretener por horas o minutos, a adultos de ambos sexos y en especial niños, que muchas veces son los mas entusiastas participantes, y como el fútbol, es capaz de unir a todos los segmentos sociales.
Dadas estas cualidades, muchas empresas han encontrado una manera sencilla y sobretodo económica, (dado su costo/beneficio) de dirigirse a un publico en vivo, haciéndolas vibrar de emoción.
Por ejemplo muchos centros comerciales ven mermada su asistencia en temporada de verano, por que la gente prefiere ir a las playas, una manera de promover la asistencia de público es obsequiar cartones por la zona de influencia del centro comercial para invitar a los vecinos a jugar, generalmente en partidas en los patios de comida, jugando obsequios que son donados por los mismos locatarios.
Otra estrategia usada por algunas empresas de cosméticos, es obsequiar cartones gratuitos a sus consultoras para que asistan a las charlas y lanzamientos de ciclos de venta u ofertas de temporada.
Incluso, empresas de servicio públicos como las de telefonía fija, gas etc., han hecho echado mano de esta herramienta de entretenimiento para convocar, hasta miles de personas en espacios públicos como parques o canchas deportivas y no solo dar a conocer sus promociones, ofertas o el inicio de actividades, sino que (y esto puede ser lo mas importante) de acopiar bases de datos entre los asistentes, tomando los datos de los asistentes, como números de celulares, direcciones de correo electrónico, etc.
Mercados, calles, plazas y hasta las mismas playas o piscinas públicas, son lugares en donde ya se han realizado bingos gratuitos con resultados sorprendentes en cuanto a asistencia y recordación de marca.
A diferencia de otras actividades, el juego de bingo requiere de manera indispensable e inherente que quienes lo juegan, con su cartón en la mano, estén en silencio, porque todos quieren oír los números que se van «cantando» (dictando), y ese silencio, concentrados para que ningún número se les pase por alto, -como comentaba el conocido Padre Pablo Larrán, en el bingo de la Parroquia Nuestra Señora del Consuelo: «están mas concentrados (silenciosos) que en la misa»-. Este silencio que ocurre al inicio de cada juego durante unos minutos (calculando que una partida de bingo dura 10 minutos, son 6 minutos de silencio, hasta que al cartón de bingo le van faltando pocos numero para ganar el premio y empieza la euforia por «pedir el número que le falta») es usado para decir frases cortas con la idea fuerza de la marca, o algún mensaje que solicite el cliente, casi, casi una sesión de hipnosis colectiva o programación neurolenguística al servicio del marketing.