Por Willard Manrique, Gerente General de Grupo Crosland
La pandemia de la Covid-19 no solo ha cambiado los hábitos de los consumidores respecto a los productos de primera necesidad, sino también ha impactado en su relación con la moda. El nuevo estilo de vida de los peruanos, los ha forzado a reducir su consumo, ya sea por no comprar en tiendas físicas o por la reducción de ocasiones de uso. De acuerdo con Euromonitor International, la moda habría cerrado el 2020 con un retroceso del 15,7 % a escala mundial, con pérdidas de hasta 1,19 billones de dólares.
Realizar todas las actividades diarias dentro de casa, ha motivado a los consumidores a ver la moda desde otra perspectiva; ahora se busca en las marcas tres atributos fundamentales: comodidad, sostenibilidad y bajo precio. Si bien el sector se ha transformado en tiempo récord para adaptarse a este nuevo entorno, el comportamiento de los consumidores permanece conservador, por lo que una alternativa para las marcas es desarrollar estrategias de precios para mantener competitividad.
La importancia de las temporadas de rebajas también ha perdido relevancia, ahora hay promociones continuas, lo que ha creado una gestión de inventarios mucho más eficiente, que permita predecir la evolución de la demanda para poder organizar sus producciones.
Si bien antes de la pandemia en el sector había una tendencia a ‘sobreestockearse’, ahora se ha pasado a gestionar niveles bajos de producción, por lo que mejorar la cadena de suministro, resulta fundamental para reaccionar mejor y más rápido a los problemas de abastecimiento que suponen los cambios bruscos y paralizaciones a causa de las nuevas medidas de prevención. Esto afecta tanto a los formatos modernos como a los tradicionales, como ha sucedido con el cierre temporal del emporio comercial de Gamarra.
No solo las restricciones sanitarias influyen en la compra de prendas de vestir. Una tendencia en los consumidores, ante la coyuntura, es un mayor compromiso con el medio ambiente, por lo que un replanteamiento de las temporadas no es suficiente. Se necesita mayor compromiso de parte de las empresas, mirar al interior y buscar la sostenibilidad no solo en los insumos, sino también en los procesos.
La integración de los canales online y offline, junto a la inversión en tecnología para la digitalización, son dos tendencias que se han acelerado. Asimismo, aquellas marcas que sean capaces de combinar la eficiencia en costos con su compromiso con el medio ambiente, asegurando el origen sostenible de los materiales y un proceso de producción respetuoso, lograrán mantenerse en el juego y crearán esa conexión con el cliente final.
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