Cuando la publicidad electoral se niega a evolucionar

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Por Daniel San Román, Gerente de Marketing de ISIL.

El Jurado Nacional de Elecciones ha anunciado que se han registrado 14 mil 532 listas en todo el país que reúnen 113,469 candidatos. En capital, nomás, habrán 20 candidatos para la alcaldía de Lima Metropolitana. A todos estos se suman los aspirantes a los municipios distritales. En total, un montón de limeños con aspiraciones de hacer mejore nuestra ciudad.

Lo cierto es que para los que estamos inmersos en las comunicaciones, marketing y publicidad, estos son los meses donde apreciamos un nivel lamentable de campañas políticas. Así caeremos en la cuenta que más allá de los Cannes, los Effies, los IAB Mixx y el premio que cualquiera se jacte el grueso de la publicidad peruana sigue enfocado, gruesamente, en: panales que parecen escalados de cartulinas escolares, comerciales de radio dignos de spots de radionovelas afiebrados y tantos volantes –tirados en el piso- como plumas mudan las aves en otoño.

Hoy vemos, a menos de dos meses del inicio de las elecciones, que las avenidas de Lima han comenzado a invadirse de paneles con el mismo sentido estratégico que un niño disléxico juega buscaminas. Peor aun cuando se tratan de las campañas distritales donde las calles se llenan de carteles inestables, construidos aparentemente con maderas de javas, que no soportan siquiera un ventarron con actitud.

Es inaudito en estos tiempos digitales que las campañas electorales municipales se sigan fundamentando en paneles y papel. Si alguna campaña está pensada para llevarse al mundo digital, para ser exactos a Facebook, es la municipal. Según sus estimados, 19 millones de peruanos se conectan a Facebook mes a mes. Además, 18 millones se conectan a la red social mediante un celular, lo que representa el 80% de usuarios activos mensuales. Diariamente, se registran 12 millones de usuarios, de los cuales 11 millones, se conectan mediante un ‘smartphone’.

En este sentido el perfilamiento de usuarios por geolocalización o datos demográficos permitiría que las campañas electorales sean menos setenteras, más eficientes y con discursos diferenciados. Todos esos beneficios que los nuevos tiempos nos regalan y que nuestras calles parecer querer ignorar. Mientras tanto sigamos confiando en los volantes.

Fuente: El Comercio

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