Brenda Lizárraga – Experta en Visual merchandising y Escaparatismo
Mi actual condición de madre gestante ejerce una atracción irresistible hacia las tiendas de ropa y artículos para bebés y con seguridad no soy la única a la que le sucede. Y es que en la “dulce espera” las emociones toman el control y la compra por impulso se vuelve tan natural, que ningún retailer debería desaprovecharla. Sin embargo, toda la ilusión se desvanece ante la monótona presentación de los locales de productos infantiles que, muchas veces, en lugar de transportarnos a un tierno mundo de fantasía, nos hacen caer de la nube de una pedrada. Y es que en esta etapa más que en ninguna, la comunicación de marca no debería transmitir sensaciones negativas, como por ejemplo recordarle a la embarazada que su bebé puede sufrir asfixia si no compra el cojín de posicionamiento que evita que se voltee en la cuna.
¿Realmente creemos que mostrando esto lograremos motivar la compra? ¿qué aspectos están pasando por alto los retailers de esta categoría? pues para empezar hay que comunicar en positivo, por ello es importante incluir en la tienda imágenes y gráficas enfocadas en lo feliz que serás al tener a tu bebé en brazos y no en lo asustada que estarás ante los peligros a que se expone un recién nacido.
Por supuesto también hay que trabajar en la presentación de los productos y hacerla más atractiva. Actualmente se exhiben por líneas y la ropa de bebé por género y tallas, lo cual facilita la ubicación de los productos, pero ¿no sería más estimulante exhibir productos que se complementen agrupados por colores, colecciones o estilos de vida, impulsando además la venta cruzada?
Otro aspecto que se podría mejorar son los maniquíes, ya que no evocan ni la ternura de los bebés, ni el estado natural de los niños pequeños que es el movimiento, suelen tener posturas rígidas y hasta carecen de extremidades, lo cual no permite que la ropa se luzca y destaque. Incluso encontramos modelos muy desactualizados, con rostros que resultan algo “creepys” y repelen en lugar de atraer.
Finalmente se trata de ponerse en el lugar del cliente y buscar conectar desde la emoción con esa futura mamá que observa ilusionada una cuna, un juguete o un diminuto vestido de bebé, recordando que, el camino al bolsillo de los clientes, pasa primero por su corazón o en este caso por dos, lo que amerita un esfuerzo extra al que ya es hora de recurrir.
Fuente: Mercado Negro