La ética de datos en la transformación digital

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Por Alessio Sibille – Profesor PUCP

A pesar que lo han desmentido públicamente, aparentemente Cambridge Analytica sustrajo datos de alrededor de 50 millones de usuarios de Facebook, para luego (supuestamente) usarlos a favor de la campaña de Donald Trump.

Más allá de ser éticamente cuestionable el hecho mismo de robar datos, lo preocupante es qué hicieron con esa data: la procesaron para obtener información que luego usaron para generar desinformación, sesgar intencionalmente las opiniones de las personas en el sentido que más les convenía y en general fomentar confusión y desconocimiento para ganar réditos políticos (con esto me parece que Trump no tiene mucha autoridad moral para hablar de «fake news», ¿no creen?).

Si bien la política no es necesariamente la actividad más ética y transparente, no es nuevo que se generen campañas de desinformación para generar desconocimiento, esto ha sido pan de cada día a lo largo de la historia, sobre todo en cierto tipo de gobiernos.

El asunto es que ahora estamos en la Era de la Información, con lo cual las posibilidades y mecanismos para manipularla son prácticamente infinitos, ayudados ahora por la inteligencia artificial, los “bots”, los “trolls”, la computación cognitiva, etc.

Y no es solo en Estados Unidos: en México también se han dado estos casos (ver «Las redes rotas de la campaña electoral en México: El uso masivo de “bots” y “trolls” muestra la peligrosa tendencia hacia la desinformación en Facebook y Twitter», en la versión digital del diario El País.

A pesar de haber detonado las dudas respecto a qué tan bien custodiados están nuestros datos, aún «confiamos» en las redes sociales, porque como premisa inicial asumimos que no usarán nuestros datos para causarnos daño alguno (hay algo de ingenuidad en esta premisa), sin embargo no podemos estar seguros que todos los que tengan acceso a nuestra información a través de las redes sociales, se comporten de manera ética.

Es más, hay que tener cuidado de otras maneras por las que terceros obtienen nuestros datos: cuando descargamos una app y le decimos «si» a todas esas preguntas odiosas que no nos dejan instalar la app rápidamente, les estamos dando acceso a toda la información que guardamos en el teléfono celular, incluso a la que generamos por su mismo uso: podemos haber aceptado que conozcan nuestra ubicación geográfica en cualquier momento, pudimos haberles dado permiso a que revisen todos los datos de nuestros contactos, etc.

Hace un tiempo un alumno del curso que dicto me dijo que menos mal que las organizaciones delictivas aún no habían usado toda la información que «regalamos» en internet para asaltarnos, sin embargo lo sucedido con Cambridge Analytica es un ejemplo que la Transformación Digital también ha llegado a las actividades delictivas.

La premisa virtuosa de pasar de datos a información y de ahí a «conocimiento» (o «sabiduría»), se está viendo ensombrecida por la posibilidad que usen nuestros propios datos en contra nuestra, pasando de datos a desinformación y lo que es peor, a desconocimiento, ocasionando que tomemos malas decisiones o hagamos elecciones inadecuadas… así que ¡a ser más cuidadosos con nuestros datos!

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