La imagen es una de las columnas vertebrales de la publicidad, máxime en una era (la digital) en la que el viejo dicho de “una imagen vale más que mil palabras” es más cierto que nunca y ha sido elevado al estatus de mantra.
Fuertemente deudoras de la sociedad en las que están imbricadas, las imágenes que se abren paso en la publicidad son un espejo de los usos y las costumbres de las personas con las que aspiran a conectar. Y tales personas han convertido el smartphone de suerte de adminículo del que resulta imposible (e impensable) separarse.
1. Masculinidad redefinida
Si en los últimos años la publicidad se ha propuesto liberar a la mujer de viejos y añejos clichés, en 2018 es al hombre al que le ha tocado zafarse de los estereotipos.
La masculinidad de nueva hornada está emparentada con la emoción, la fragilidad y la complejidad.
Antaño consagrada al hombre en su vertiente de “macho alfa”, la publicidad da cobijo cada vez más a padres homosexuales y solteros.
Un padre soltero es precisamente el protagonista de este simpático spot de IKEA, que es toda una oda al amor paternofilial.
2. Segundo Renacimiento
En una era en la que es más fácil que nunca tomar fotografías las instantáneas elevadas a la categoría de arte (de carácter artesanal) están paradójicamente más en boga que nunca.
Para diferenciarse de los fotógrafos amateur que pululan por las redes sociales, los fotógrafos profesionales se zambullen en las procelosas aguas de la historia del arte para alumbrar muchos de sus trabajos.
En este contexto, de cuyo vientre está emergiendo un nuevo Renacimiento, no resulta en absoluto casual que Alessandro Michele, director creativo de Gucci, tuviera a bien encomendar al pintor Ignasi Monreal la creación de una edición limitada de camisetas y sudaderas para la colección primavera/verano 2018 de la firma italiana. El resultado es un lenguaje visual en el que resuenan claramente los ecos de épocas pretéritas.
3. Realismo conceptual
La entrada en escena de las redes sociales no ha hecho sino aumentar la demanda de imágenes auténticas, que son en realidad el perfecto caldo de cultivo del denominado realismo conceptual.
Adscrita al realismo conceptual está, por ejemplo, una llamativa campaña lanzada en 2016 por el diario alemán Tagesspiegel, en la que varios periódicos apilados con Donald Trump en la portada daban cuenta, mediante una ingeniosa ilusión óptica, de la “bocaza” del presidente estadounidense.
Fuente: Marketing Directo
