Si a los políticos les otorgamos el poder a través del voto, a las empresas les damos el poder económico con nuestros actos de compra. El voto político se emite cada cuatro años, pero el voto económico se emite cada día.
Este hecho nos concede un poder enorme que apenas sabemos utilizar. Internet, y sobretodo las Redes Sociales, nos brindan la posibilidad de organizarlo y ejercerlo de un modo efectivo.
Compromiso de las marcas
El consumidor consciente es una tendencia al alza, consumidores que han despertado del automatismo consumista y que esperan un comportamiento ético de las marcas por las que “votan”.
Sin embargo, las empresas, a las que votamos cada día con nuestras decisiones de compra, no disponen de un programa electoral, son empresas socialmente pasivas. Las empresas más poderosas no nos dicen qué opinan del mundo, ni qué van a hacer con el poder que les concedemos.
Sólo algunas han dado un paso hacia el marketing social, apoyando alguna causa u obra. Pero no es suficiente. Deben involucrarse en la mejora del mundo y comunicarlo transparentemente.
La focalización más allá del valor económico ofrece consuelo al vacío existencial, da significado a nuestro esfuerzo, nos llena y nos transforma. Es por ello por lo que, para una marca, un programa electoral puede convertirse no sólo en una herramienta imbatible de marketing estratégico, sino también en una herramienta de motivación y fidelización de clientes, empleados y partners.
Fuente: Puro Marketing