El concepto de «fake news» puede abarcar cualquier cosa, desde una información falsa hasta un error involuntario, pasando por una parodia o una mala interpretación.
Al mismo tiempo, cada vez se ve más información falsa en internet que busca influir en los resultados electorales, como presuntamente ocurrió con la victoria de Trump en las presidenciales del 2016.
¿Cómo «fake news» transforman la percepción de las personas?
Según un estudio del instituto de sondeos YouGov para Reuters Institute realizado en 37 países, la confianza en los medios se mantenía estable en el 2018, en un 44%.
Pero el investigador socio del Reuters Institute Nic Newman advirtió: «Nuestros datos muestran que la confianza del consumidor en las noticias sigue siendo preocupantemente baja en casi todos los países, a menudo debido a los altos niveles de polarización de la prensa y la percepción de una influencia política indebida».
Un 54% estaban de acuerdo o muy de acuerdo en que les preocupa qué es real y falso en internet. «El hecho de que mucha gente comparta una noticia tergiversada le da credibilidad», apunta Huxford, de la Universidad de Illinois.
Y un estudio del MIT publicado en marzo mostraba que las noticias falsas se propagan más deprisa en Twitter que las verdaderas.
Crisis existencial de las redes sociales
El escándalo de Cambridge Analytica, en el que Facebook admitió que los datos personales de hasta 87 millones de usuarios fueron usados por la consultora británica, se sumó a las críticas a la red social por difundir y amplificar grandes cantidades de noticias falsas.
En Estados Unidos, la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre los vínculos de Rusia con la campaña electoral de Trump puso el foco en muchas cuentas de Facebook y páginas privadas gestionadas por Internet Research Agency, una «granja de troles» basada en Rusia.
Facebook reconoció el 3 de julio que era investigada por reguladores británicos y estadounidenses por el escándalo de Cambridge Analytica, después de que su presidente y fundador, Mark Zuckerberg, tuviera que dar explicaciones ante el Congreso estadounidense y el Parlamento Europeo.
El objetivo es que medios reconocidos «evalúen la exactitud de los artículos» que circulan por Facebook y los señalen a la empresa, que después podría «reducir la distribución de los mismos en una media del 80%» si se consideran falsos.
Uno de los países en los que invierte Facebook para luchar contra la desinformación es Brasil, donde en mayo se produjo una huelga masiva de camioneros.
«Se difundieron numerosos mensajes de audio con informaciones falsas que decían, por ejemplo, que era imposible encontrar carne en Rio o con llamados a concentraciones, convocadas por presuntos responsables sindicales», cuenta a la AFP Cristina Tardaguila, fundadora del medio de verificación de hechos Agência Lupa.
Al igual que su casa matriz, Facebook, WhatsApp está acusada de favorecer la circulación de informaciones falsas, a veces con resultados trágicos. Según la prensa india, al menos 25 personas murieron en el país en un año debido a rumores que circulan por esta aplicación, que cuenta con 200 millones de usuarios activos mensuales en India.
WhatsApp también empieza a anunciar medidas: los medios pueden crear perfiles en los que los usuarios señalan contenidos dudosos. Pero no va mucho más allá. En WhatsApp, las llamadas y los mensajes están encriptados y «ningún tercero, WhatsApp incluido, puede verlos o escucharlos», precisa el grupo.
También Google anunció en marzo una serie de proyectos destinados a combatir la desinformación y a apoyar los medios considerados «creíbles», con una inversión de unos 300 millones de dólares en tres años. Su motor de búsquedas hace que suban las verificaciones hechas por los organismos de verificación de hechos.