Las marcas y su difícil camino para conectar con padres e hijos

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Con el intento de llegar a muchos tipos de públicos las marcas y las empresas intentan posicionarse en entornos diferentes y con mensajes que se ajusten a lo que estos nichos concretos quieren.

A ello se suma la cuestión de que a veces no se trata solo de vender un producto o de posicionar una cosa, sino también de intentar hacer una masa potencial de clientes. Algunas marcas, por ejemplo, empiezan a conectar con los niños no tanto por lo que ellos puedan suponer como influenciadores de decisiones de compra presentes como por lo que podrán serlo en el futuro.

Pero ¿están logrando conectar con este tipo de consumidores?

A lo largo de las décadas, para hablar con los niños o adolescentes se tenía que seguir ciertas pautas y ciertas recomendaciones, porque lo que a los niños o a los adolescentes les interesaba ciertas cosas y porque además a ciertas edades se comportaban de diferentes maneras. A eso se sumaba que el camino para llegar a los padres tanto de estos niños como de esos adolescentes pasaba por ciertos puntos exactos.

En los últimos años, hablar con unos y con otros se ha vuelto más y más complicado. Los adolescentes ya no son exactamente como se espera que sean los adolescentes, los niños están dejando los medios de comunicación tradicionales que empleaban de forma recurrente para acceder a los contenidos y los padres tienen cada vez más vías de comunicación abiertas.

Y, todo esto, hace que las marcas y las empresas estén un poco perdidas y confundidas en lo que a comunicar con estos mercados toca. Hay quien lo está haciendo muy bien, pero también quien lo está haciendo muy mal y quien no tiene nada claro dónde están ahora mismo esas audiencias, como apuntan en una columna en The Drum.

 

Además, todo lo que se da por sentado sobre cómo conectar con esos nichos de consumidores no tiene que ser necesariamente cierto. Las marcas deberían analizar su propia audiencia y tomar decisiones basadas en esos datos concretos y no en generalidades.

Por ejemplo, como apuntan en la columna, el streaming en directo tiene un impacto mayor del esperado en las decisiones de compras de los padres, que ven estas emisiones en sus dispositivos móviles y que comparten esos terminales y esas experiencias con sus hijos.

Los padres reconocen que dejan que sus hijos miren por encima de su hombro mientras navegan y que les permiten coger sus tabletas. Pero, sorprendentemente, los padres no han acabado por completo con el papel. 

Las cosas son también diferentes en lo que a los niños toca. Los niños son cada vez más conscientes de las marcas y el hecho de que estén más expuestos a los medios y sus contenidos ha hecho que también lo estén más a la publicidad y a los contenidos de las compañías. Lo hacen además fuera de las barreras que los sistemas y servicios están poniendo en marcha, como pueden ser YouTube Kids.

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