El consumo rápido de moda o fast fashion deja paso a aquellos productos que están bien elaborados, con materiales que no pasen de moda y que les aporten una satisfacción que vaya más allá del consumo masivo, a veces desproporcionado.
Y, aunque, hoy por hoy, el sector de la moda está dominado por la moda rápida, surge la necesidad en el consumidor de pararse y reflexionar y, cada vez está cobrando más fuerza la slow fashion, donde se valoran aspectos tangibles e intangibles, como la calidad, el buen diseño, las texturas y los acabados.
¿Falta de presupuesto?
Las pequeñas marcas sostenibles no tienen los presupuestos de marketing adecuados para hacerse tan conocidas como los demás grandes negocios, y la manera de la que compramos ropa es una complicada adicción cultural.
Como consumidores, queremos comprar lo que es práctico y familiar, con los precios desinflados a los que estamos acostumbrados y así poder seguir las tendencias que cambian a gran velocidad.
Sin duda, si una marca quiere permanecer en el tiempo, es necesario que se adapten a las nuevas tendencias del mercado, y sobretodo que sea socialmente responsable con el planeta.