El ‘boom’ del consumo colaborativo

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Por Michiel Das – Master en Management con especialización en Marketing y Relaciones Públicas

Páginas web donde se pueden ofrecer y compartir servicios o experiencias permiten a cualquier persona actuar como un servicio ad hoc de taxis, alquiler de coches u hotel particular cuando nos conviene. Es tan fácil como visitar una página web o descargarse una aplicación, y ya podemos disfrutar de servicios de lujo que de otro modo estarían fuera de nuestro alcance, o utilizar propiedades de personas que no hacen pleno uso de ellas, muchas veces por una fracción del coste de compra.

Pero la economía colaborativa va mucho más allá del simple hecho de hacer carpooling de camino al trabajo, y actualmente se define como cualquier acción de compartir, intercambiar, prestar, alquilar y regalar a través del smartphone o Internet. La mayoría de las diferentes soluciones que han surgido a raíz del consumo colaborativo se pueden clasificar en uno en los siguientes 3 tipos:

1. Democratización de productos

Aquí los usuarios pagan por el beneficio de usar un producto sin la necesidad de poseerlo directamente, lo cual está agitando las industrias tradicionales basadas en los modelos de propiedad privada individual como el transporte (compartir coche, alquiler coches entre particulares) y el turismo (alquiler de viviendas entre particulares).

2. Nuevas formas de redistribución

Otra alternativa cada vez más popular a los métodos más comunes de “reducir, reutilizar, reciclar, reparar” es el intercambio directo entre particulares de bienes usados ​​o de segunda mano, a veces sin coste ninguno, otras veces a través de un trueque o la venta por dinero en efectivo. También incluye los mercadillos de intercambio especializados en artículos de moda seminuevos.

3. Nuevas vías de colaboración

El último tipo de servicios basados en el modelo de la economía colaborativa son las páginas web y las aplicaciones que conectan personas con necesidades o intereses similares para compartir e intercambiar activos menos tangibles, como el tiempo o las habilidades. El crecimiento de la tecnología móvil proporciona aquí una plataforma para activar la tecnología GPS basada en la ubicación y proporcionar también datos en tiempo real.

El consumo colaborativo, ¿solución para todo?

El éxito de esta economía colaborativa se debe a las múltiples ventajas que ofrece. Los propietarios de los servicios o bienes que no hacen pleno uso de ellos se pueden sacar un sobresueldo fácilmente, mientras que los inquilinos por su parte pagan menos que si lo compraran ellos mismos. Muchos servicios también aportan beneficios ambientales, ya que alquilar un coche, en lugar de ser el dueño de uno, significa que se requieren menos coches y menos recursos para su fabricación. Y para otra gente conocer a nuevas personas mientras permanece en su hogar ofrece nuevas formas de hacer networking, todo con la seguridad que ofrecen las plataformas emergentes gracias a sus sistemas de comentarios y valoraciones bidireccionales.

Pero no es oro todo lo que reluce, porque por parte de los usuarios aún existe cierta reticencia al uso masivo de muchas aplicaciones debido a las preocupaciones relacionadas con la seguridad de su uso, aunque uno de los obstáculos más importantes es la actual incertidumbre regulatoria. ¿Deben pagar impuestos los particulares que alquilan sus casas online? En Amsterdam las entidades están utilizando Airbnb para detectar a hoteles sin licencia, y en varias ciudades europeas la plataforma Uber ya ha sido prohibida.

Gracias al consumo colaborativo, tanto las pymes como los sectores más tradicionales se han dado cuenta del inmenso potencial de la colaboración entre particulares y empresas, y se espera que la importancia de la economía colaborativa sólo aumentará con el tiempo.

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